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| Tema: Sobre la Prohibición de la mentira Lun Abr 18, 2011 12:45 pm | |
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251 - SOBRE LA PROHIBICIÓN DE LA MENTIRA
Dijo Allah en el Qur'an Al-Karim: "¡No persigas aquello de lo que no tengas conocimiento!" (El Viaje Nocturno - 17:36)
"¡No pronunciará palabra sin que esté presente un observador junto a él!" (Qaf - 50:18)
888. Se transmitió de Ibn Abbás que el Profeta sallalahu aleihi wasalamdijo:
"Aquel que urda la trama de un sueño sin haberlo soñado realmente, se le encargará (el Día del Juicio) hacer un nudo con dos granos de cebada y no lo podrá hacer. Y aquel que escuche una conversación furtivamente, y ellos lo detesten, se le verterá en sus oídos plomo fundido el Día del Juicio. (Lo relató Al-Bujari)
889. Se transmitió de Ibn Umar que el Profeta sallalahu aleihi wasalamdijo: "La peor de las mentiras es que un hombre diga que ha visto algo con sus ojos sin haberlo visto realmente." (Lo relató Al-Bujari)
890. Se transmitió de Sámura ibn Yundab que dijo: "En numerosas ocasiones solía decir el Profeta a sus compañeros: -¿Ha tenido alguien un sueño?- En respuesta, quien tenía algún sueño solía relatárselo. Una mañana nos relató un sueño que tuvo: -Me vinieron a ver dos personas y me pidieron que partiera con ellos. Y así lo hice.-
340 Libro de las Cuestiones Prohibidas
Llegamos donde yacía un hombre tumbado y otro de pie a su lado con una roca que arrojó sobre su cabeza y se la abrió en dos. La piedra rodó aquí y allí. El hombre la siguió y la cogió. No volvió al que había golpeado hasta que no sanó su cabeza, para después volver sobre él y hacer lo mismo que hizo la primera vez. Les dije: -¡Subhana Allah! (¡Santo Dios!) -¿Qué es esto?- Y me contestaron: -¡Sigue, sigue!-
Proseguimos y llegamos donde había un hombre tumbado boca arriba y otro de pie junto a él con un garfio de hierro. Este le cortó, por un lado de la cara, desde la boca a la nuca, desde la nariz a la nuca y desde un ojo a la nuca. Después se trasladó al otro lado de la cara y le hizo lo mismo que al primero. Y no acababa con este lado hasta que no sanaba el otro y repetía la misma operación que la primera vez. Y les dije: -¡Subhana Allah! (¡Santo Dios!) ¿Qué es esto?- Y me volvieron a contestar: -¡Sigue, sigue!- Proseguimos y llegamos a una especie de horno profundo." Aquí, creo que dijo el Profeta: "Había alboroto y voces que salían de allí. Así que nos asomamos y vimos cómo hombres y mujeres desnudos se debatían conmocionados viendo como las llamas se les acercaban por abajo. Pregunté: -¿Quiénes son esos?- Y me dijeron: -¡Sigue, sigue!-
Proseguimos y llegamos hasta un río y creo que decía: -Rojo como la sangre-. En el río había un hombre nadando dentro y en la orilla otro que había reunido muchas piedras. A continuación el que nadaba se acercó al que había reunido las piedras y le abrió la boca y le hizo tragar una piedra. Después se fue nadando y regresó de nuevo a él. Y siempre que regresaba a él, le abría la boca y le hacía tragar una piedra, arrojándosela.
Les pregunté: -¿Quiénes son estos dos?- Me dijeron: -¡Sigue, sigue!- Proseguimos y llegamos hasta un hombre de aspecto horrible que atizaba un fuego dando vueltas a su alrededor. Les pregunté: -¿Quién es éste?- Me dijeron: -¡Sigue, sigue!- Proseguimos y llegamos hasta un jardín pletórico de flores. Había un hombre muy alto en el centro del jardín, y era tan alto que apenas se le veía la cabeza, de tan alto que se elevaba en el cielo. Y alrededor del hombre había tantos niños como jamás había visto. Pregunté: -¿Quién es éste y quiénes son esos niños?- Me dijeron: -¡Sigue, sigue!-
Proseguimos y llegamos hasta un árbol inmenso como jamás había visto otro mejor ni tan inmenso como él. Me dijeron: -¡Súbete a él!- Subimos a él hasta llegar a una ciudad construida de ladrillos de oro y plata. Al llegar a las puertas de la ciudad pedimos que nos las abrieran y así lo hicieron. Entramos y nos recibieron unos hombres que la mitad de su constitución era lo mejor que se había visto y la otra mitad, lo peor y más feo. Y les dijeron: -¡Id y meteos en aquel río!- Era un río anchuroso que corría por medio de la ciudad y de agua tan blanca como la leche pura. Fueron y se metieron en él. Después regresaron hasta donde estábamos y les había desaparecido la fealdad. Quedando con el aspecto más hermoso.
Me dijeron: -¡Éste es el Jardín eterno y ésta es tu morada!- Alcé la vista hacia arriba y había un palacio tan blanco como la nube más blanca. Y me repitieron los dos: -¡Este palacio es para ti!- Les dije: -¡Qué Allah os bendiga, dejadme que entre!- Le dijeron: -¡Ahora no, pero algún día estarás dentro de él!- Les pregunté: -¡Esta noche he visto cosas asombrosas, explicádmelas!- Me dijeron: -¡Te informaremos!-
En cuanto al primer hombre que llegaste y que le abrieron la cabeza en dos con la piedra, era un hombre que memorizaba el Corán pero no lo practicaba. Y solía dormir en el tiempo de las oraciones obligatorias. En cuanto al otro hombre que le cortaban de la boca a la nuca, de la nariz a la nuca y del ojo a la nuca, era aquel hombre que salía por la mañana temprano de su casa y mentía de tal forma que llegaba a todos los confines del horizonte con su mentira.
En cuanto a los hombres y mujeres desnudos y que estaban en una especie de horno. Eran los adúlteros y las adúlteras. Al hombre que viste nadar en el río y que se le hacía tragar piedras, era uno que ganaba dinero con la usura. El hombre horrible que atizaba el fuego y que corría alrededor de él era Málik, el encargado del Infierno.
Y el hombre alto que había en medio del jardín, era Abraham. En cuanto a los niños que estaban a su alrededor, era todo aquel muerto antes de su madurez y de que fuera responsable de sus actos (fitra). Y en un relato de Al-Barqáni:
"Todo aquel nacido en la 'fitra'."
Preguntaron algunos musulmanes: -¡Mensajero de Allah! ¿Incluidos los hijos de los asociadores?- Dijo el Mensajero de Allah sallalahu aleihi wasalam-¡Incluidos los hijos de los asociadores!- En cuanto a la gente que su mitad era de buen aspecto y que su otra mitad era feo eran gente que habían mezclado acciones buenas y malas y Allah les había perdonado." (Lo relató Al-Bujari) (Véase el hadiz 36 y el 406) . . | |
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