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| Tema: La diferencia entre aconsejar y condenar Jue Sep 15, 2011 3:37 pm | |
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La diferencia entre aconsejar y condenar
Al-Imam Al-Hafidh Zainud Din Ibn Rayab Al-Hanbali
Traducción: M. Isa García
La diferencia entre aconsejar y condenar
Hay que saber que mencionar a una persona con aquello que le disgusta está prohibido si se hace con el fin de humillarla y avergonzarla, sacando a la luz sus defectos.
Sin embargo, si hay en dicha acción algún beneficio para los musulmanes en general, como también un beneficio específico para algunos de ellos, y la intención al mencionar esos errores es alcanzar ese beneficio, entonces en ese caso no está prohibido, sino que es un acto recomendado.
Los sabios del hadiz así lo establecieron en sus obras sobre el tema de Yarh wa Ta’dil (Elogio o crítica de los narradores). Allí mencionaron la diferencia entre la crítica de un narrador y la difamación. Allí mencionan también su refutación a quienes consideraron que ambas cosas eran iguales, como los devotos ascéticos que no poseían un conocimiento sólido.
No existe diferencia alguna entre criticar a los narradores que han memorizado el hadiz, distinguir entre aquellos cuyos narradores están aceptados y aquellos cuyos narradores no lo están, no hay diferencia alguna entre esto y clarificar un error que alguien ha cometido respecto a la comprensión del Corán y la Sunnah, interpretando algo de una manera que no es la correcta, aferrándose a algo indebido; advertir contra dicha persona para que no sea tomada como ejemplo o modelo a seguir está permitido. Los sabios han llegado a un consenso en cuanto a la permisibilidad de dicha acción.
Y es por esto que, en los escritos que abarcan las diversas ciencias islámicas desde el tafsir, la explicación del hadiz, Fiqh y las opiniones de los sabios, además de otras ciencias, encontramos abundantes debates y refutaciones de quienes tenían opiniones débiles de los musulmanes de las primeras generaciones (Salaf) y los que vinieron después (Jalaf), de los Sahabah, los Taabi’in, y los que vinieron después.
Ninguno de los sabios dejó de lado esta actividad, ni tampoco difamaba a los que refutaban sus afirmaciones. Esto no era considerado por ellos como un defecto de la persona, a excepción del caso en que quien refutaba tenía malos modales y era mal hablado, en este caso era refutado y se le respondía por su descaro y su mala educación, no por el solo hecho de refutarlo a él y a su opinión. Esto se hacía mencionando las pruebas legales y las evidencias racionales.
La razón de esto es que los sabios del Islam, en su totalidad, opinan de forma unánime que la verdad que trajo el Mensajero de Allah debe evidenciarse y aclararse a la gente. De esta manera, para que sólo Allah sea adorado y su palabra sea la más sublime. Todos los sabios reconocen que el abarcar todo el conocimiento sin tener debilidad en alguna de las ciencias es un nivel que ninguno de ellos alcanzó. Ninguno de ellos afirmó tener el conocimiento completo, ni entre los primeros ni los últimos de esta Ummah. Por esta razón, los grandes sabios de los Salaf, los que concordaban en su conocimiento y virtud, aceptaban la verdad de cualquiera que la presentase, aún si fuese una persona más joven. Así como aconsejaban a sus seguidores a aceptar la verdad de cualquier fuente, aún si ésta estaba fuera de sus afirmaciones.
Como el ejemplo de ‘Umar, que Allah esté complacido con él, cuando dio una opinión legal sobre poner un límite a la dote que exige una mujer, pero una mujer lo refutó citando las palabras de Allah: “Si queréis cambiar de esposa [divorciando a la que tenéis para casaros con otra] habiéndole dado una dote cuantiosa, no pretendáis recuperar nada de la misma. ¿Acaso queréis cometer una injusticia?”. (4:20)
Entonces ‘Umar, al darse cuenta de su error, se desdijo de su afirmación previa y dijo: ‘La mujer tenía razón y el hombre estaba equivocado’. También ha sido reportado que dijo: ‘Todos saben más que ‘Umar’.
Algunos de los sabios más conocidos, si daban una opinión legal solían decir: “esta es mi opinión, pero si alguien tiene una opinión mejor, la aceptaré”.
El gran sabio Ash-Shafi’i solía reiterar este significado, aconsejándoles a sus compañeros seguir la verdad y aceptar la Sunnah cuando les fuera evidente, aunque fuera contra su opinión personal, y arrojar su opinión contra una pared. Solía escribir en sus libros:
“Evidentemente alguna de mis opiniones contradecirá el Corán o la Sunnah, ya que Allah dice en su libro:
“¿Acaso no reflexionan en el Corán y sus significados? Si no procediera de Allah habrían encontrado en él numerosas contradicciones”. (4:82).
Y transmiten aún mejor el significado estas palabras suyas: “Cuando discutía con alguien jamás me importó si la verdad se manifestaba en sus palabras o en las mías”.
Esto demuestra que su objetivo era solamente que la verdad quedara en claro, aún cuando fuese en las palabras de su contrincante en el debate.
Quien tenga esta posición no se ofende porque rechacen su opinión al comprender que su opinión era contraria a la Sunnah, ya sea en esta vida o después de su muerte. Esto es lo que pensamos de los grandes sabios del Islam, los que lucharon por establecer el Corán y la Sunnah de entre los Salaf y los Jalaf. A ellos no les molestaba la diversidad siempre que se basaran en una evidencia, aunque esta no fuera definitiva, ni muy fuerte, pero se aferraban a él y abandonaban otra.
Debido a esto, vemos que el Imam Ahmad ibn Hanbal, que Allah tenga piedad de él, elogiaba a Ishaw ibn Rahwaih con estas palabras: “Aún si no concuerdo en algunas cosas con él, pero la gente nunca dejará de tener diferencias entre sí”.
A menudo le eran presentadas las palabras de Ishaq o de otros sabios, junto con la fuente en que basaban sus opiniones. Ahmad no siempre estaba de acuerdo con sus posturas, pero tampoco los criticaba por sus posturas o formas de comprender las evidencias, aún cuando no estaba de acuerdo con ellos.
Al Imam Ahmad le gustaron las palabras atribuidas a Hatim al-‘Asamm cuando le fue dicho: “No eres árabe y no tienes un discurso elocuente, pero siempre que debates con alguien impones tu opinión. ¿Cómo logras superar a tu contrincante?”. Él respondió: “Con tres cosas: Me alegro cuando él tiene la razón, siento pena cuando él está equivocado y me cuido de no decir nada que pueda ofenderlo”. El Imam Ahmad dijo: “¡Qué persona tan inteligente!”.
Por lo tanto, la refutación de las afirmaciones débiles, para clarificar la verdad mencionando las pruebas legales del Corán y la Sunnah no es algo que desaprueben los sabios, sino que por el contrario, siempre elogiaron a quien lo hacía.
Por lo tanto, no se considera gibah en absoluto. Suponiendo que a alguien no le guste que su error sea evidenciado, no se debe prestar atención a su posición, porque es obligación del musulmán amar evidenciar la verdad y que los musulmanes la conozcan, ya sea la persona que refute de su grupo o un opositor a él.
Esto es dar consejo a Allah, su libro, su mensajero, su religión, a los líderes de los musulmanes y al pueblo en general. Eso es el Din tal como fue mencionado por el Mensajero de Allah sallalahu aleihi wasalam.
En cuanto a señalarle el error a un sabio del pasado que ha cometido un error, si utiliza buenos modales al hablar y hace la refutación con amabilidad y evidenciando que no hay culpa alguna en su conclusión, no hay razón para reprochárselo. Algunos de los Salaf cuando les llegaba alguna afirmación reprochable decían “Tal o cual persona ha cometido un error”, como por ejemplo cuando el Profeta sallalahu alaihi wasalam dijo: “Abu Al-Sanaabil estaba equivocado” cuando llegó a sus oídos que había emitido una fatwa diciendo que una mujer cuyo esposo había muerto mientras estaba embarazada no termina su iddah al dar a luz a su bebé, sino hasta que transcurran cuatro meses y diez días.
Los Imames piadosos rechazaban enérgicamente las afirmaciones débiles que venían de algunos de los sabios, refutándolas en su totalidad tal como el Imam Ahmad refutaba a Abu Zawr y a otros por afirmaciones débiles que habían señalado, refutándolas al máximo.
Todo esto es referente a los asuntos que son aparentes.
En cuanto a lo que no es tan evidente, si el objetivo de una persona al debatir y refutar es solamente evidenciar la verdad, y así evitar que las personas sean engañadas por las afirmaciones de los que están errados, entonces no cabe duda alguna de que es recompensado por eso, y sus palabras se consideran un consejo sincero (nasiha).
Sin importar si quien refuta es joven o anciano, tiene un ejemplo en los sabios que refutaron las extrañas afirmaciones hechas por Ibn Abbas sobre la Mut’ah, el cambio de dinero, un caso sobre la división de la herencia llamado al umratain y otros.
También hay un precedente en aquellos que refutaban a Said ibn Al-Musaib en su opinión de que la mujer divorciada tres veces es lícito volver a contraer matrimonio con ella, y otros asuntos en los que contradice la Sunnah de forma evidente.
También hay un ejemplo en la refutación hecha a Al-Hasan cuando dijo que una mujer cuyo esposo falleció no tenía que realizar luto (Ihdaad), y la refutación hecha a ‘Ataa porque consideraba lícito prestar a una esclava para que mantuvieran relaciones sexuales con ella, y a Taawus en algunos temas en que tuvo opiniones completamente distintas al conjunto de los sabios, como también otros que fueron refutados, pero que los sabios concuerdan sobre su guía, su conocimiento, el elogio a su persona y el amor por ellos, a pesar de sus errores y que fueran refutados por algunas opiniones específicas.
Nadie consideraba que refutarlos en esos temas específicos fuera un menosprecio ni un rechazo al conjunto de su sabiduría.
Los libros de los sabios, tanto los Salaf como los Jalaf, abundan con clarificaciones sobre estas opiniones, como por ejemplo los libros de Ash-Shafi’i, Ishaaq, Abu Ubaid, Abu Zawr, al igual que los que vinieron después entre los eruditos del Fiqh y del Hadiz. Si fuera a mencionar todas las situaciones similares, me extendería demasiado en este libro.
Sin embargo, si el objetivo del que refuta es sacar a relucir el defecto de la persona refutada y hacer deducciones a partir de su condición, hacer que los demás adviertan su ignorancia y sus falencias de conocimiento, esto es prohibido tanto hacia una persona viva como ya fallecido.
Esta acción se incluye en lo que Allah condenó en su libro cuando prohibió la calumnia y la difamación. Esto también lo evidencia el dicho del Profeta sallalahu aleihi wasalam: “Oh tú que has creído con la lengua pero tu corazón aún tiene que creer. No dañes a los musulmanes y no evidencies sus errores. A quien evidencie los errores de otro, Allah evidenciará sus errores, y aquel a quien Allah evidencie sus errores quedará expuesto por Allah aunque se oculte en lo más recóndito de su casa”.
Estas condiciones se aplican a los sabios, los que guían en la religión, mientras que a la gente de la innovación y el desvío, los que se hacen pasar por sabios, pero no son de ellos en la realidad, es permitido exponer su ignorancia y deficiencias, con el fin de advertir a la gente para que no los sigan. Pero ahora no estoy tratando a ese grupo de personas. .
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| Tema: Re: La diferencia entre aconsejar y condenar Jue Sep 15, 2011 4:33 pm | |
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Los tipos de consejo
Aquellos de quienes se sabe que han tenido la intención de que su refutación a los sabios sea considerada como un consejo por Allah y su Mensajero, entonces en este caso deben ser tratados con gratitud, respeto y elogios, como es el caso de los Imames de los musulmanes que fueron mencionados previamente como también los que siguieron sus pasos. Sin embargo, aquellos que han tenido la intención, a través de su refutación, de menospreciar, deshonrar y sacar a la luz los defectos del refutado, entonces esta persona merece ser reprendida para que él, y los que actúen de igual manera, dejen de cometer actos prohibidos tan bajos. Esta intención en ocasiones se conoce cuando la persona que refuta a los demás admite por evidencias secundarias sus acciones y palabras. Los que son conocidos por su conocimiento, piedad, respeto y honor por los Imames de los musulmanes solo mencionan dichas refutaciones y aclaraciones de los errores en la forma que lo ven otros Imames. En el caso de trabajos escritos y de investigación, es obligatorio que su discurso se ajuste al primer tipo mencionado, luego quien lo considere diferente, en esta situación, es alguien que piensa mal del inocente de una forma ilícita, y es el tipo de sospechas prohibidas por Allah y su Mensajero (sallalahu aleihi wasalam) , según las palabras de Allah:
“Quien cometa una falta o un delito y acuse de ello a un inocente, cargará con su calumnia y un pecado evidente” (4:112).
Los malos pensamientos y las dudas sobre alguien que no muestra signos de necesitarlo es algo que Allah y su Mensajero (sallalahu aleihi wasalam) han prohibido. La persona que duda no solo ha pecado y difamado, sino que además comete el pecado de acusar a un inocente basado simplemente en una duda o sospecha.
El entrar bajo esta advertencia – es decir, sospechar del inocente – se fortalece cuando la persona muestra señales malignas como la trasgresión y el ataque, la falta de piedad, la ligereza de palabras, difamación y envidia de lo que Allah le da a las personas con su virtud y gracia, como también aspirar a posiciones de importancia antes del momento adecuado.
Si alguien es reconocido por estos atributos, de los cuales la gente de conocimiento y la fe no se complace, sólo piensa de manera enfermiza sobre los sabios. Y si sus refutaciones a los sabios son de la segunda categoría, entonces merece ser refutado con desprecio y degradación.
Pero aquella persona que no manifiesta signos de malas intenciones, uno tiene la obligación de que sus palabras sean tomadas de la mejor manera posible, pues no está permitido sospechar maliciosamente sobre él. Se ha registrado que ‘Umar dijo: “No pienses mal de las palabras dichas por tu hermano musulmán mientras puedas excusarlas de alguna manera”.
Cómo dar consejo
Al decirle a un hermano musulmán en su cara lo que no le agrada, si se hace en forma de consejo, es bueno. Si alguien le señala un defecto a su hermano para que así pueda evitarlo, entonces corresponde que el que es informado se disculpe si tiene un motivo. En cambio, si se hace sólo para criticarlo por sus pecados, es condenable.
A uno de los Salaf le fue dicho: ¿Te agrada que alguien te informe de tus defectos? Respondió: “Si su intención es condenarme, no”.
Acusar y condenar a alguien a causa de un pecado que cometió no es algo aceptable. El Profeta prohibió que se criticara y acusara a una joven esclava que había cometido fornicación, aunque ordenó que le sean aplicados los azotes correspondientes, ya que ese era el castigo establecido, pero no se la condenó ni criticó por el pecado. En At-Tirmidhi y otros se narra que el Profeta (sallalahu aleihi wasalam) dijo: “Todo aquel que condene a su hermano por un pecado no morirá hasta cometerlo él mismo”. Este hadiz se aplica al pecado del que la persona se arrepiente pero es criticado por alguna persona. Al-Fudail dijo: “El creyente cubre y aconseja, y el insolente deshonra y condena”. Lo que Al-Fudail mencionó es la diferencia entre el consejo y la condena. El consejo se asocia con la protección y el cobijo, mientras que la condena se asocia con condenar públicamente.
Se ha dicho también: “El que da órdenes a su hermano delante de todos, lo ha condenado públicamente”. Los Salaf no aprobaban que se ordenara el bien y se prohibiera el mal de esa manera. En su lugar, preferían que se hiciera en privado, porque así era un consejo sincero, en el que quien aconseja no tiene como fin hacer públicos los defectos del aconsejado sino eliminar el problema en que ha caído este último. En cuanto a hacer públicos y revelar los defectos, es algo que Allah y su Mensajero (sallalahu aleihi wasalam) han prohibido. Allah, el Altísimo, ha dicho: “Aquellos que desean que se propague la obscenidad entre los creyentes tendrán un doloroso castigo en esta vida y en la otra. Allah sabe y vosotros no sabéis.” (24:19)
Son numerosos los hadices que tratan sobre la virtud de ocultar las equivocaciones que cometen las personas. Algunos de los estudiosos decían lo siguiente a quienes ordenaban la virtud: “Intenten en la medida de lo posible ocultar al pecador, pues revelar sus pecados ocultos debilita al Islam. Lo que tiene más derecho de ser ocultado son los pecados personales”.
Pues esta publicación del pecado se asocia con la condena, ya que ambos son rasgos del insolente, en la medida en que no tiene como objetivo eliminar la injusticia ni que el creyente evite los pecados y el error. Por el contrario, su objetivo es diseminar los defectos de su hermano musulmán y deshonrarlo, haciéndolo público. Su objetivo es socavar a sus hermanos creyentes anunciando sus defectos y problemas al resto de la gente y así perjudicarlo en esta vida.
En cuanto al que da consejo sincero, su objetivo es ayudar a su hermano musulmán a evitar que cometa faltas y pecados. De esa manera describió Allah a su Mensajero (sallalahu aleihi wasalam) cuando dijo:
“En verdad se os ha presentado un Mensajero de entre vosotros que se apena por vuestras adversidades, se preocupa y desea que alcancéis el bien [e ingreséis al Paraíso]; es compasivo y misericordioso con los creyentes.” (9:128).
También describió a sus seguidores de una forma similar diciendo: “Muhámmad es el Mensajero de Allah. [Los creyentes] Quienes están con él son severos con los incrédulos, pero misericordiosos entre ellos. Los verás [rezando] inclinados y prosternados, procurando la misericordia de Allah y Su complacencia. En sus rostros están marcadas las huellas de la prosternación; así están descriptos en la Tora. Y en el Evangelio se los compara con una semilla que germina, brota, se fortalece, cobra grosor y se afirma en su tallo, causando alegría a los sembradores. Esto es lo que Allah ha hecho con los creyentes para enfurecer a los incrédulos. En verdad Allah ha prometido perdonar y retribuir con una grandiosa recompensa a quienes crean y obren rectamente.” (48:29)
Allah describe aquí al creyente con la paciencia y misericordia mutua.
En cuanto al motivo que tiene el insolente para diseminar las faltas y revelar los defectos de los demás, es poder, insensibilidad, amor por dañar a su hermano creyente y provocarle daño. Es el carácter de Satán que embellece la falta de fe, el pecado y la falta de piedad, para que a través de ello se conviertan en habitantes del Fuego del Infierno, tal como dijo Allah:
“En verdad el demonio es para vosotros un enemigo, tomadlo pues, como un enemigo; él seduce a sus seguidores para que se cuenten entre los moradores del Infierno”. (35:6)
Nos dijo lo siguiente luego de relatarnos la historia entre Satán y el Profeta Adán, evidenciándonos todo su esfuerzo para sacarlo del Paraíso:
“¡Oh, hijos de Adán! Que el demonio no os seduzca como lo hizo con vuestros padres [Adán y Eva] haciendo que saliesen del Paraíso y fuesen despojados de las prendas que les cubrían sus faltas.” (7:27)
Qué gran diferencia hay entre aquel cuyo objetivo es dar consejo sincero (nasiha) y aquel que tiene como meta deshonrar (fadiha). Quien no pueda diferenciarlos no está en su sano juicio. .
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Última edición por Admin el Jue Sep 15, 2011 4:45 pm, editado 1 vez | |
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| Tema: Re: La diferencia entre aconsejar y condenar Jue Sep 15, 2011 4:34 pm | |
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El castigo
El castigo para quien disemina los defectos de su hermano creyente, sigue sus defectos y expone sus asuntos privados es que Allah seguirá sus asuntos privados y los hará públicos aún si se esconde en lo más recóndito de su casa tal como ha sido narrado del Profeta (sallalahu aleihi wasalam) en muchos relatos, según fue narrado por el Imán Ahmad, Abu Dawud, Al-Tirmidhi en varias cadenas de narración.
Al-Tirmidhi narró de Waazilah ibn al-Asqa’ que el Profeta (sallalahu aleihi wasalam) dijo: “No te regocijes con la desgracia de tu hermano, puede que Allah se la quite a él y te ponga a prueba a ti”. Calificado como Hasan Gharib.
También narró lo siguiente de Mua’adh que el Profeta (sallalahu aleihi wasalam) : “Todo aquel que avergüence públicamente a su hermano por un pecado que haya cometido no morirá hasta que él también lo cometa”. Su isnaad es Munqati’.
Al-Hasan dijo: “Se decía antes: Todo aquel que avergüence a su hermano por un pecado que haya cometido pero se haya arrepentido de él, no morirá hasta que Allah lo haya puesto a prueba con el mismo pecado”. Lo siguiente fue narrado de Ibn Mas’ud, con un isnaad algo débil: “La aflicción llega a causa de lo que se dice. Por eso si un hombre condena a otro diciendo que lactó de una perra, (quien hizo la acusación) en efecto terminará lactando de una perra”.
Este mismo significado fue narrado de numerosos Salaf. Cuando Ibn Sirin cayó en bancarrota y fue encarcelado por esa razón, dijo: “Conozco el pecado que me ha llevado a la desgracia. Avergoncé a un hombre hace cuarenta años cuando le dije: ‘¡Oh tú, insolvente!”.
La condena
Una de las formas más evidentes de condenar a una persona es revelar sus errores y diseminarlos entre la gente pretendiendo que en realidad está dando consejo, argumentando que son esos pecados los que lo llevan a actuar así, cuando en realidad su objetivo era condenar y causar daño. Dicha persona es hermana de los hipócritas que fueron censurados por Allah en su Libro en diversos pasajes, porque Allah censura a quienes aparentan hacer el bien o decir buenas palabras mientras desean en secreto lograr un objetivo ruin. Así era la actitud de los hipócritas tal como fue mencionado en Sura al-Baraa’ah, la Sura en el que expuso a los hipócritas y reveló sus características malignas:
“Quienes [de los hipócritas] construyeron una mezquita para hacer daño, difundir la incredulidad, sembrar la discordia entre los creyentes, y refugiar a quienes combaten a Allah y a Su Mensajero, desde hace tiempo juran que la construyeron para hacer un acto de beneficencia, pero Allah atestigua que mienten”. (9:107)
Y Allah, el Altísimo, dice:
“No creáis que quienes se vanaglorian de lo que hacen y aman que se los elogie por lo que no han hecho se salvarán del castigo. Ellos tendrán un castigo doloroso.” (3:188)
Este versículo recuerda una situación cuando el Profeta (sallalahu aleihi wasalam) les preguntó algo a los judíos y ellos ocultaron el conocimiento y le informaron algo distinto. Le hicieron parecer que habían respondido su pregunta e informado lo que él había preguntado, luego buscaron aprobación por ello y se regocijaron por haber podido ocultárselo. Eso es lo que Ibn ‘Abbas afirmó sobre el motivo de la revelación y fue narrado por Bujari y Muslim.
Narró Abu Said Al-Judri que algunos hombres de los hipócritas, cuando el Mensajero de Allah (sallalahu aleihi wasalam) partía para una batalla, desertaron, regocijándose de no haber ido con el Mensajero de Allah (sallalahu aleihi wasalam) . Cuando el Mensajero de Allah (sallalahu aleihi wasalam) regresó, le dieron sus excusas, jurando y sintiéndose a gusto con lo que habían hecho, por eso fue revelado este versículo.
Esas características son propias de los que siguen la religión judía y los hipócritas, es decir, que una persona realice una acción o diga unas palabras en apariencia buenas, pero el objetivo ulterior es lograr un fin corrupto. Luego esa persona es felicitada por su aparente buena acción, la cual ha ocultado todo el tiempo el verdadero objetivo a la vez que se regocija por los halagos recibidos por haber ocultado sus malas intenciones, y se asegura así el beneficio a través de este engaño.
Todo aquel que tenga estas características queda incluido inevitablemente en este versículo y advertido de un doloroso castigo.
Un ejemplo de esto es la persona que quiere degradar a otro y sacar a relucir sus defectos para que la gente se aleje de él, ya sea para causarle daño o por una enemistad existente entre ambos, o por miedo de verse opacado por él en el logro de riqueza, estatus, o cualquier otra razón similar. En este caso, la persona no puede alcanzar ninguna de esas cosas excepto mediante la difamación en algo relacionado a la religión. Por ejemplo: Si alguien ha refutado una opinión débil de un conocido sabio, y una persona hace correr un rumor entre los que quieren a ese sabio diciendo: “Esa persona odia a ese sabio, lo está calumniando y difamando”. Al hacer esto, esta mala persona, hace creer a quienes admiran a ese sabio que su refutación fue hecha por odio y representa un insulto. Entonces, en apariencia, esta mala persona está defendiendo al sabio, mostrado un acto de piedad y una forma de acercarse a Allah.
Esta persona que finge dar un consejo está combinando dos actos insidiosos:
Primero: es que consideró la refutación de un estudioso sobre el otro como un acto de odio, difamación incluso cuando dicho sabio quizá sólo tuvo la intención de dar un consejo a los musulmanes y revelar un conocimiento que no le está permitido ocultar.
Segundo: que lo menosprecia para satisfacer sus deseos y corromper los objetivos en forma de consejo y defensa de los sabios de la religión.
Con este artificio fue el que se usó durante la transgresión de Banu Marwaan y sus seguidores. Se ganaban los corazones de la gente a la vez que los enemistaban con ‘Ali ibn Abi Taalib, Al-Hasan, Al-Husain y su descendencia, que Allah esté complacido con todos ellos.
Cuando ‘Uzman, que Allah esté complacido con él, fue asesinado, la Ummah tenía a nadie mejor que Ali, que Allah esté complacido con él, y por lo tanto le dieron el juramento de lealtad. Los que querían alejar a las personas de Ali lo lograron magnificando la muerte de ‘Uzman y su carácter repulsivo a la vez que añadían que quien pidió que se llevara a cabo esa muerte fue el mismo Ali, que Allah esté complacido con él, lo cual es claramente una calumnia y una mentira.
Ali, que Allah esté complacido con él, insistía en que esto no era cierto, y era sincero y piadoso en su juramento, que Allah esté complacido con él. Banu Marwaan se propusieron luchar con él y sus hijos considerándolo como un acto obligatorio en la religión, y se esforzaron por diseminar la mentira, anunciándolo en los púlpitos el viernes y también otros días en que las personas se reúnen hasta que se impuso en los corazones de sus seguidores que era como ellos decían, y que los Banu Marwaan tienen más derecho a gobernar que Ali y sus hijos debido a su cercanía con ‘Uzman y a causa de la defensa de su honor. A través de ello pudieron reunir los corazones de la gente en su favor y hacer que ellos luchen contra ‘Ali y sus hijos, garantizándose así el poder y la dominación. .
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Última edición por Admin el Jue Sep 15, 2011 4:44 pm, editado 1 vez | |
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| Tema: Re: La diferencia entre aconsejar y condenar Jue Sep 15, 2011 4:41 pm | |
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La cura Todo aquel que haya sufrido ese engaño debe temer a Allah, esperar su ayuda, y ser paciente, porque el buen fin es para los piadosos creyentes.
Como dijo Allah después de mencionar la historia del Profeta Yusuf (aleihi wasalam) y todo lo que le sufrió a causa de las confabulaciones y las conspiraciones:
“Así dimos poder a José en la tierra [de Egipto]” (12:21)
Y Allah dice sobre lo que José dijo a sus hermanos: “Yo soy José y éste, [Benjamín], es mi hermano [de padre y madre], y Allah nos agració a los dos [con la fe]” (12:90)
Allah también ha mencionado la historia del Profeta Musa (aleihi wasalam) , lo que le sucedió a él y a su pueblo debido al daño que le ocasionó Faraón por su persecución. Musa le dijo a su pueblo: Implorad la ayuda de Allah y sed pacientes [ante esta prueba]” (7:128). Allah también ha informado que el mal de esas maquinaciones finalmente afecta a quien las hace: “y se confabularon; pero las confabulaciones recayeron sobre ellos mismos”. (35:43)
El Altísimo dijo en relación a esto:
“Y del mismo modo dispusimos que en cada ciudad [la mayoría de] sus delincuentes fueran sus dirigentes, para que intriguen [y traten de desviar a la gente]. Pero sin advertirlo, lo único que logran con sus intrigas es causarse daño a sí mismos”. (6:123)
Además, los hechos reales también dan testimonio de ello. Porque en verdad, si alguien investiga cuidadosamente la información de la gente y la historia del mundo, cada vez que alguien conspiró contra su hermano, la trampa cayó sobre él. Y sorprendentemente sirvió como un medio para su salvación y liberación.
Para finalizar, Allah es el que concede lo que es correcto y Él es suficiente para nosotros y el mejor de los Guardianes. Que la paz y las bendiciones de Allah sean con Muhammad, su familia y sus compañeros. .
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