ISLAM: Ahl al Sunnah wal Yama'ah
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ISLAM: Ahl al Sunnah wal Yama'ah

En este lugar pretendemos dar información clara acerca de Ahl al Sunnah wal Yama'ah. Con absoluta fidelidad y obediencia a los principios islámicos traídos por inspiración Divina a nuestro Profeta salla Allah aleihi wa salam
 
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 Ramlah bint Abi Sufián (Allah se complazca con ella)

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MensajeTema: Ramlah bint Abi Sufián (Allah se complazca con ella)   Ramlah bint Abi Sufián (Allah se complazca con ella) EmptyLun Dic 05, 2011 10:16 am



Ramlah bint Abi Sufián (Allah se complazca con ella) BemiAllah56



Ramlah bint Abi Sufián
(Allah se complazca con ella)



Llamada Umm Habibah, fue una creyente que amó a Allah y a Su Mensajero más que a nadie en el mundo


Abu Sufián Ibn Harb, nunca pensó que alguien de la tribu de Qureish iba a negar su autoridad, o a actuar en contra de sus deseos en algún tema importante. Él era el jefe indiscutido de La Meca, y todos lo reconocían como el líder.

Pero su hija Ramlah (Allah se complazca con ella), disipó sus ilusiones sobre su autoridad cuando repudió a los dioses de su padre, y aceptó junto a su esposo, Ubaidullah Ibn Yahsh, creer sólo en Allah sin asociarlo y en la misión de Su Profeta, Muhammad (la paz y las bendiciones de Allah sean con él).

Abu Sufián, trató de usar todo su poder para forzar a su hija y a su yerno en volver a su culto ancestral. Fracasó en sus esfuerzos, ya que la convicción de fe estaba demasiado arraigada en el corazón de Ramlah (Allah se complazca con ella), como para ser eliminado por el torrente de Abu Sufián, y era ella, demasiado fuerte para vacilar frente a la ira de su padre.

Abu Sufián cayó en un estado de depresión, al ver a su hija abrazar el Islam. No sabía como comandar a Qureish, después de no haber podido lograr que su hija se sometiera a su voluntad, ni de evitar que ella siguiera la religión de Muhammad (la paz y las bendiciones de Allah sean con él).
Cuando los habitantes de Qureish se enteraron que Abu Sufián estaba encolerizado con su hija y su yerno por tamaña acción, se volcaron contra ellos, persiguiéndolos hasta hacerles imposible su vida en La Meca.

Cuando el Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) anunció su decisión de permitir que algunos musulmanes emigraran a Abisinia, Ramlah (Allah se complazca con él), su hija Habibah, y su esposo Ubaidullah, fueron los primeros que abandonaron todas sus pertenencias, con el objeto de ser libres, para adorar a Allah, buscando la protección del rey Negus de Abisinia, llevando con ellos solamente su fe.

Abu Sufián y sus jefes de Qureish no podían aceptar el hecho de que algunos musulmanes hubieran escapado de su tiranía y que estuvieran disfrutando de la seguridad en Abisinia. Por ello, Abu Sufián y sus seguidores mandaron mensajeros al rey, a fin de que se opusiese a los musulmanes, y los devolviera a La Meca. Los mensajeros dijeron al Negus, que los musulmanes que él estaba protegiendo enseñaban desagradables e insultantes ideas sobre Jesús y su madre María.

El rey, mandó llamar a los musulmanes, y les preguntó sobre Jesús y su madre María. Les pidió que recitaran parte del Corán que había sido revelado al Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Allah sean con él). Cuando le informaron de las enseñanzas del Islam, y le recitaron algunos versículos del Corán, fue tal su conmoción que dijo: “Esto que ha sido revelado a vuestro Profeta Muhammad, y lo que le fue revelado a Jesús, hijo de María, son luces que provienen de una misma y única fuente”.

Luego declaró su fe en Allah, sin asociados, y su creencia en la misión del Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Allah sean con él). También declaró su protección formal a cualquier musulmán que eligiese emigrar a su reino, a pesar de la oposición de sus obispos en aceptar el Islam.

Luego de su larga y tediosa lucha, Umm Habibah (Ramlah) (Allah se complazca con ella) pensó que estos nuevos acontecimientos facilitarían su vida. Pensó que había alcanzado un final feliz, luego de un camino difícil, sin saber que los problemas comenzarían a sucederse inmediatamente.

Allah, con su profundo entendimiento y sabiduría, había dispuesto que Umm Habibah (Allah se complazca con ella) tendría que soportar una prueba que privaría hasta a los hombres más sabios de su salud mental. Sólo Él sabía que ella saldría de esta prueba con una victoria sin igual.

Una noche al dormirse, en su sueño vio a su esposo, Ubaidullah, nadando desesperadamente en un mar tormentoso, que estaba ensombrecido por pesadas y oscuras nubes, estando en peligro de muerte. Despertó sobresaltada, aterrorizada, pero no quiso decir a nadie sobre su sueño, que tanto la había asustado.
El significado de este sueño se manifestó a la mañana siguiente, cuando Ubaidullah declaró su rechazo al Islam. Comenzó a frecuentar los negocios de bebidas, a beber en forma alarmante y desmedida. Finalmente, se presentó frente su esposa, manifestándole sus deseos que también ella cambiara su religión, caso contrario la divorciaría.

Umm Habibah (Allah se complazca con ella), vio que estaba frente a tres opciones, ninguna de ellas era fácil. Podía acceder al pedido de su marido, quien persistía permanentemente, como una apóstata, ella traería sobre sí vergüenza en este mundo y castigo en el más allá. No podría hacer esto, ni aunque le fuese arrancada su piel.

Otra opción era volver a la casa de su padre en La Meca, donde viviría degradada, debido a sus creencias religiosas.
La otra posibilidad, era quedarse en Abisinia sola, sin familia, casa ni protector.

Finalmente, eligió la opción más agradable a los ojos de Allah, Todopoderoso, y la que ella realmente prefería. Eligió quedarse en Abisinia hasta que el mismo Allah le ofreciera una manera de salir de esa situación.

Umm Habibah (Allah se complazca con ella) no tuvo que esperar mucho, ya que su buena fortuna llegó pronto, al concluir su ‘iddah, después de divorciarse de su esposo, (quien no vivió mucho tiempo más). Sorpresivamente, alguien llamó a su puerta en la brillante luz de la mañana, Umm Habibah (Allah se complazca con ella) al abrirla, se encontró con Abrahah, una de las servidoras de la corte del Negus, emperador de Abisinia, saludándola con cortesía, le dijo:

“El rey te envía sus saludos y este mensaje:

Muhammad, el Mensajero de Allah (la paz y las bendiciones de Allah sean con él), pide tu mano en matrimonio. El ha enviado una carta al rey, solicitándole que actúe como su representante en la boda, así que tú debes elegir a alguien que te represente.”
Umm Habibah (Allah se complazca con ella) emocionada, exclamó:

¡Quiera Allah, que algún día te de tan buenas noticias como esta! Al no tener dinero para darle a Abrahah en agradecimiento por esta buena nueva, se quitó sus joyas, primero sus pulseras, luego agregó sus anillos y aros y se los obsequió a Abrahah. De haber poseído en ese momento, todos los tesoros de la tierra, se los hubiera obsequiado a la jovencita. Finalmente le dijo:

Nombro como mi representante a Jalid Ibn Sa’id Ibn Al-‘As (Allah se complazca con él), ya que es el más cercano a mí”.

El matrimonio se llevó a cabo en el palacio del Negus (An-Nayashi). En dicho palacio, ubicado sobre una colina, con vista a las tierras de Abisinia, se encontraban los más destacados Compañeros, quienes residían ahora en el país. Liderando esta delegación estaba Ya’far Ibn Abi Talib, quien conjuntamente con Jalid Ibn Sa’id y Abdullah Ibn Hudhafah As-Sahmi (Allah se complazca con él) testificaban dicho matrimonio. Se encontraron con el rey en uno de sus amplios pasillos, decorado con brillantes mosaicos, iluminado con lámparas de bronce, y sus pisos cubiertos por espléndidas alfombras. En el medio de esta noble asamblea, el Negus dio un paso al frente y pronunció las siguientes palabras: “Las alabanzas sean para Allah, el Todopoderoso, el Único quien da seguridad, el Omnipotente. Yo atestiguo que no hay otra divinidad excepto Allah, y que Muhammad es Su Siervo y Mensajero, y que su llegada a este mundo fue anunciada en la profecía de Jesús, hijo de María.

El Mensajero de Allah (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) me ha pedido que realice el contrato de matrimonio entre Umm Habibah bint Abi Sufián y él; por lo que, estoy accediendo a su pedido, y en su nombre, ofrezco a ella una dote de 400 dinares de oro. Celebro esta ceremonia de casamiento de acuerdo a la ley de Allah y Su Mensajero”.

Luego depositó las monedas de oro frente a Jalid Ibn Sa’id (Allah se complazca con él); este se puso de pie y dijo: “Las alabanzas sean para Allah, a Quien agradezco y de Quien pido perdón, y a Quien me dirijo arrepentido. Yo atestiguo que Muhammad es Su Siervo y Mensajero, enviado como guía para esta religión de la verdad, aunque sus enemigos deseen lo contrario.

Estoy accediendo al pedido del Mensajero de Allah, en darle a mi representada, Umm Habibah bint Abi Sufián (Allah se complazca con ella). Que Allah bendiga a la esposa del Mensajero, y que le de alegría y fortuna.”

Luego tomó la dote y la entregó a ella, en el momento en que sus Compañero se alistaron para retirarse, pero el rey les dijo: Tomen asiento, ya que la práctica enseñada por los Profetas en ocasión de un casamiento, es la de invitar a todos a comer y ordenó que trajesen la comida.

Luego, fue Umm Habibah (Allah se complazca con ella), quién dijo: “Cuando me entregaron la dote, envié cincuenta medidas de la misma a Abrahah, con un mensaje diciéndole que le había dado un regalo tan modesto cuando me trajo la noticia de la proposición del Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) solo porque no tenía dinero. Al poco tiempo, Abrahah vino a visitarme, y me devolvió el oro. Sacó una pequeña caja que contenía las joyas que le había obsequiado, al devolverlas, me dijo:

El rey no quiere que acepte ninguna recompensa de tu parte. También ha ordenado a todas las mujeres de su casa que te envíen sus perfumes, ya que debes arreglarte apropiadamente, como novia.”

Al día siguiente me visitó otra vez, trayendo consigo azafrán, madera de sándalo y ámbar, y dijo: “Te pediré algo”, luego me dijo: “He aceptado el Islam, y ahora sigo la religión de Muhammad (la paz y las bendiciones de Allah sean con él), y es mi deseo enviar mis saludos al Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él), y que le digas que creo en Allah y en Su Mensajero”. No debes olvidarte.

Luego, fui llevada ante el Mensajero de Allah (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) en Medina, cuando le comuniqué del compromiso, y de lo que había sucedido entre Abrahah y yo, el Mensajero (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) encantado dijo: “Que la paz, la misericordia y las bendiciones de Allah sean con ella también.”

¡Allah este complacido de Umm Habibah!

Fuente: Historias de los Compañeros del Profeta
(sallalahu aleihi wasalam)




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