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ISLAM: Ahl al Sunnah wal Yama'ah
En este lugar pretendemos dar información clara acerca de Ahl al Sunnah wal Yama'ah. Con absoluta fidelidad y obediencia a los principios islámicos traídos por inspiración Divina a nuestro Profeta salla Allah aleihi wa salam
En el Antiguo Testamento se certifica frecuentemente la legalidad de la poligamia. Se dice que el rey Salomón tenía 700 esposas y 300 concubinas (1 Reyes 11:3). También se dice que el rey David tuvo muchas esposas y concubinas (2 Samuel 5:13). El Antiguo Testamento incluye algunas indicaciones sobre cómo distribuir la propiedad de un hombre entre los hijos de esposas diferentes (Deut. 22:7). La única restricción de la poligamia consiste en la prohibición de casarse con la hermana de la esposa, para evitar la rivalidad (Levitico 18:18). El Talmud aconseja un máximo de 4 esposas. Los judíos europeos continuaron practicando la poligamia hasta el siglo XVI. Los judíos orientales practicaron regularmente la poligamia hasta que regresaron a Israel, donde se encuentra prohibida por el derecho civil. Sin embargo, según la ley religiosa que se sobrepone en algunos casos al derecho civil, es permisible.
¿Qué dice el Nuevo Testamento? Según el Padre Eugenio Hillman en su libro "La Poligamia a exámen": "En ninguna parte del Nuevo Testamento aparece una orden explícita de que el matrimonio deba ser monógamo ni ningún mandato que prohíba la poligamia". Es más, Jesús no habló en contra de la poligamia a pesar de que era práctica común en la sociedad judía de su tiempo. El Padre Hillman resalta el hecho de que la Iglesia de Roma prohibió la poligamia para conformarse a la cultura Grecorromana -que prescribía una sola esposa legal mientras toleraba el concubinato y la prostitución-. Citando a San Agustín: "Ahora realmente en nuestro tiempo, y siguendo la costumbre romana, no se permite ya tomar a otra esposa". Las iglesias africanas y los cristianos africanos recuerdan a menudo a sus hermanos europeos que la prohibición de la Iglesia sobre la poligamia es una tradición cultural y no un mandato cristiano auténtico.