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| Tema: Abu Huraira Ad-Dausi (Allah se complazca con él) Mar Nov 29, 2011 11:12 am | |
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Abu Huraira Ad-Dausi
(Allah se complazca con él) “Abu Huraira memorizó y conservó más de mil seiscientos Hadices del Mensajero de Allah”
En la época pre-islámica, Abu Huraira era llamado “Abd al- Shams” (Siervo del sol). Cuando Allah agració a Abu Huraira con el Islam, el Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Abu Huraira (Allah se complazca con él) respondió: Abd al-Shams. El Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) contestó: Te llamaremos Abdurrahmán (Siervo del Allah)
Abrazó el Islam a través de At Tufail Ibn Amru Ad-Dausi. Permaneció en las tierras de su pueblo hasta pasados seis años de la Hégira que fue la emigración del Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) desde La Meca a Medina. En ese momento, llegó a la capital del Islam (Medina) con una delegación de “Daus”, su pueblo; con el objeto de visitar al Mensajero de Allah (la paz y las bendiciones de Allah sean con él).
El joven Abu Huraira se dedicó de lleno al servicio y compañía del Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él). Mientras vivió el Mensajero, se instaló en la mezquita, pues no tenía esposa e hijos que atender, tomando al Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) como maestro y guía. Abu Huraira (Allah se complazca con él) solo tenía a su madre, muy anciana, la que se había mantenido en la idolatría. Constantemente la invitaba al Islam; pero la anciana se mantenía rechazando y rehuyendo el mensaje de la Verdad.
Cierto día, Abu Huraira (Allah se complazca con él) trató, una vez más, de convencer a su madre de aceptar el Islam como forma de vida; sin embargo, la anciana lo rechazó, incluso injurió al Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él). Esto causó mucha pena a Abu Huraira. Fue así que el Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) lo encontró llorando.
¿Qué te hace llorar Abu Huraira? Respondió: Siempre invito a mi madre para que adopte el Islam como religión; pero hoy, además te ha injuriado ¡Oh Mensajero de Allah! ¡Ruega a Allah que acerque el corazón de mi madre al Islam! El Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) rogó a Allah por la madre de Abu Huraira. Luego de esto, el mismo Abu Huraira relataba: “Fui a mi casa y encontré la puerta cerrada. A través de ella, escuché el murmullo del agua corriendo, cuando intenté entrar, mi madre dijo: Aguarda Abu Huraira.”
“Al entrar, mi madre me recibió diciéndome: Atestiguo que no hay más Allah que Allah y que Muhammad es Su siervo y Mensajero.” “Volví ante el Mensajero de Allah, llorando de alegría, le dije: ¡Buenas nuevas Mensajero (la paz y las bendiciones de Allah sean con él)! ¡Allah ha escuchado tu ruego y ha guiado a mi madre hacia el Islam! Abu Huraira (Allah se complazca con él) amaba al Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él), constantemente lo observaba y decía: “Nunca vi un ser humano más radiante que el Mensajero de Allah (la paz y las bendiciones de Allah sean con él). A veces, parece que el mismo sol brillare en su rostro.” Constantemente agradecía y alababa a Allah, el Todopoderoso, por permitirle acompañar a Su Profeta y seguir su religión.
Solía decir: ¡Alabado sea Allah, Quien guió a Abu Huraira al Islam! ¡Alabado sea Allah, Quien enseñó a Abu Huraira el Corán! ¡Alabado sea Allah, Quien agració a Abu Huraira con la compañía de Muhammad (la paz y las bendiciones de Allah sean con él)! Así como brillaba el rostro del Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él), Abu Huraira también brilló en las ciencias islámicas y se destacó por su sabiduría. El saber era lo que él más deseaba.
Zaid Ibn Zábit dijo: “Estábamos junto a Abu Huraira rogando y alabando a Allah en la Mezquita, con un amigo, apareció de pronto el Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él); se dirigió a nosotros y nos dijo: Volved a lo que hacíais.” “Comenzamos con mi compañero a rogar a Allah antes que Abu Huraira lo haga. El Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) exclamaba 'Amén' al final de cada ruego. Cuando le llegó el turno a Abu Huraira, hizo el siguiente ruego: ¡Oh Allah! ¡Te pido lo mismo que te pidieron mis dos hermanos! ¡! Y también te pido me concedas un conocimiento que no se olvide. El Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: Amén. Nosotros dijimos: ¡Nosotros también pedimos a Allah un conocimiento que no se olvide! Sin embargo, el Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: Se os adelantó el joven de Daus”.
Con la misma fuerza que Abu Huraira (Allah se complazca con él) deseaba tener conocimiento, también lo deseaba para los demás. Esto lo demuestra la siguiente anécdota: Abu Huraira pasaba cierto día por el mercado de Medina y se molestó al ver cuánto se preocupaba la gente por las cosas mundanales. ¡Con qué dedicación se entregaban a la compraventa y a tomar o entregar las mercaderías! Se detuvo y les dijo: ¡Qué inútiles sois, gente de Medina! La gente preguntó: ¿Qué te hace pensar eso, Abu Huraira? Les dijo: ¡La herencia del Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) se está repartiendo y Uds. están aquí en el mercado! ¿No van a ir a recibir su parte? Ellos preguntaron: ¿Y dónde está lo que dices, Abu Huraira? Les dijo: En la Mezquita.
Se dirigieron a toda prisa hacia la mezquita del Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él). Abu Huraira los aguardó en el mercado. Cuando volvieron y lo vieron allí, dijeron: ¡Oh Abu Huraira! ¡Fuimos a la mezquita y no vimos que allí se esté repartiendo nada! Les dijo: ¿Es que no vieron a nadie en la mezquita? Respondieron: Si, claro que sí. Vimos algunas personas orando, a otros recitando el Sagrado Corán y vimos a otros estudiando lo que Allah permitió y lo que Allah prohibió. Les dijo: ¡Ay de ustedes! ¡Ésa es la herencia del Profeta Muhammad (la paz y las bendiciones de Allah sean con él)! Abu Huraira (Allah se complazca con él) padeció como nadie, por su entrega al estudio, a la ciencia y al aprendizaje de las palabras del Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) en todo momento.
El mismo relataba: “A veces tenía tanta hambre que preguntaba a los Sahaba por alguna aleya del Corán, aún sabiéndola, sólo para ser invitado a sus casas a comer.” “En una ocasión estaba tan hambriento, que tuve que amarrarme una piedra al estómago y me senté en el camino de los Sahaba. Abu Bakr pasó por allí y le pregunté por una aleya del Corán, lo hice premeditadamente, para ser invitado, pero no lo hizo. Luego pasó Omar e hice lo mismo; pero él tampoco me invitó.” “Finalmente pasó el Mensajero de Allah y me vio. Supo del hambre que tenía y dijo: ¡Ven Abu Huraira!”
“Lo seguí hasta su casa, entré con él, encontró un vasija con leche, entonces preguntó a su familia: ¿De dónde conseguisteis esto? Su familia respondió: Lo mandó alguien para ti. El Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “Dirígete Abu Huraira, hasta la gente del patio (1) y convídales”. Me apené por ello, luego pensé: ¿Cuánto los saciará este pequeño pote de leche? Me tenté de beber un poco primero, para ganar fuerzas, y luego ir a llamarlos. Sin embargo, fui a la gente del patio y los invité. Cuando llegaron, el Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “Toma Abu Huraira, dales de beber. Les fui dando de beber hasta que, milagrosamente, bebieron todos. Luego acerqué la vasija hacia el Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él).
Él levantó su rostro y me dijo sonriente: Quedamos tú y yo.” “Respondí: Es verdad Mensajero de Allah.” “Me dijo: ¡Bebe! Y yo bebí un sorbo. Luego me dijo nuevamente: ¡Bebe! Bebí otro sorbo. Siguió así hasta que no pude más y dije: ¡Por Quién te envió con la verdad! No puedo beber más. Luego tomó el recipiente y bebió del resto.” No pasó mucho tiempo desde aquello hasta que las riquezas de la tierra empezaron a llegar a Medina y los musulmanes empezaron a gozar de los resultados de sus victorias. Abu Huraira pasó a tener fortuna, casa y bienes. También se casó y tuvo hijos. Sin embargo; todo esto no cambió su alma buena y generosa, para nada. Tampoco olvidó sus días de necesidad, constantemente solía decir:
“Me crié huérfano, emigré pobre y trabajaba como jornalero con Busra bint Ghazuán por comida. Solía servir a la gente cuando acampaban; y solía guiar a sus animales cuando montaban. Y Allah me agració con Busra, a la cual yo servía.”
Abu Huraira fue varias veces Gobernador de Medina (2) nombrado por Mu'auia Ibn Abi Sufián. Este cargo tan alto no cambió en nada la bondad ni la tolerancia de Abu Huraira (Allah se complazca con él). Reunía muchas virtudes era sabio y tolerante; temeroso de Allah y piadoso. Solía ayunar durante el día y pasar un tercio de la noche orando; despertaba a su esposa para pasar el segundo tercio de la noche en oración y ella, despertaba a su hija para que pasase el último tercio de la noche orando. Así lograban que la adoración y la alabanza a Allah, permaneciera toda la noche en su hogar. Abu Huraira tenía una esclava negra; una vez ésta, lo trató en forma irrespetuosa, haciéndolo también con su familia. Esto lo irritó, al límite de querer azotarla, pero se detuvo y dijo:
“Si no fuese por el ajuste de cuentas el Día del Juicio te haría retorcer de dolor. Será mejor que te venda a quien me pagará lo que vales, pues lo necesito de verdad. Sí, vete; eres libre por Allah el Todopoderoso”.
Cierta vez, Maruán Ibn Al Hakam envió cien dinares de oro a Abu Huraira, al día siguiente de habérselos entregado, le comunicó: “El mensajero se equivocó al entregarte cien dinares; yo no los enviaba para ti, sino para otra persona”. Abu Huraira se entristeció y se hizo evidente en su rostro; luego dijo: “los he donado en la causa de Allah y no duraron ni un día conmigo. Cuando me envíen mi salario, puedes tomarlos de él”.
En realidad, Maruán había hecho aquello para probar a su subordinado Abu Huraira y comprobó que lo dicho por él era correcto.
Abu Huraira pasó toda su vida dando buen trato y cariño a su madre. Cada vez que salía de la casa, se detenía junto a su puerta y decía: “La paz sea contigo madre, junto con la gracia y las bendiciones de Allah” Su madre respondía: “Que la paz, la gracia y las bendiciones de Allah, también sean contigo”. El respondía: “Que Allah tenga piedad de ti, así como me criaste de pequeño”. Su madre le decía luego: “Y que Allah se apiade de ti también, por el buen trato que me diste de grande”. Esto lo repetía, al volver a su casa.
Cuando Abu Huraira (Allah se complazca con él) enfermó gravemente, a punto de ser inevitable su muerte, lloró desconsoladamente; le dijeron: ¿Qué es lo que te hace llorar Abu Huraira? Dijo: “No creáis que lloro por este mundo que dejo. Lloro por lo largo del viaje y lo poco de las provisiones. Estoy al final de un camino que me llevará al Infierno o al Paraíso” Maruán Ibn Al-Hakam lo visitó y le oyó decir: “¡Oh Allah! Ciertamente me complace encontrarme contigo. Espero que a ti también te complazca encontrarme. Señor, apresura el encuentro”. Abu Huraira (Allah se complazca con él) falleció el año 58 de la Hégira, en la ciudad de Medina ¡Que Allah bendiga a Abu Huraira!
(1) La gente del patio eran musulmanes pobres sin familias. Solían estar sentados en el patio de la mezquita del Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) de allí el nombre.
(2) El Califa Mu'auia nombró a Abu Huraira gobernador de Medina.
Historias de los Compañeros del Profeta (sallalahu aleihi wa salam)
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