ISLAM: Ahl al Sunnah wal Yama'ah
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ISLAM: Ahl al Sunnah wal Yama'ah

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 Bilal Ibn Rabah (Allah esté complacido con él)

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MensajeTema: Bilal Ibn Rabah (Allah esté complacido con él)    Bilal Ibn Rabah (Allah esté complacido con él)  EmptyMiér Nov 30, 2011 8:37 am


Bilal Ibn Rabah (Allah esté complacido con él)  BemiAllah56


Bilal Ibn Rabah
(Allah se complazca con él)


El Califa Omar (Allah se complazca con él) solía decir: “Abu Bakr es un señor; y liberó a otro señor”.

El Califa (Allah se complazca con él), se refería a Bilal Ibn Rabah; el esclavo etíope; alto, delgado y moreno.
Cuando oía a la gente dedicarle los más elevados elogios decía: “Soy un negro etíope. Ayer era un esclavo”
¿Quién es este Bilal Ibn Rabah? ¿Ayer un esclavo y hoy un señor?

Era esclavo de la tribu de Bani Yumah en La Meca. Su madre fue una esclava también. La vida del esclavo era terrible; todos los días parecían iguales; no podía controlar su presente ni tenía esperanzas para su futuro.

En esos días ya se empezaba a oír de Muhammad (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) y de la religión que predicaba. Bilal (Allah se complazca con él) oía mucho a sus amos hablar de él (la paz y las bendiciones de Allah sean con él), lo mencionaban con odio y furia; en especial Umaia Ibn Jalaf. Solían decir: “Muhammad nunca fue mentiroso, ni hechicero, ni loco, sin embargo, tenemos que acusarlo de algo, para que la gente no siga su religión.”

Oía mencionar acerca de la fidelidad de Muhammad (la paz y las bendiciones de Allah sean con él), su hombría y buenas costumbres, su pureza y su buen juicio. También los oía comentar las causas de la oposición que le hacían; primeramente estaba la ciega confianza en la religión de los ancestros; luego estaba el temor de que, con la nueva religión universal e igualitaria, Qureish y La Meca perdieran su prestigio como centro religioso y comercial de Arabia. También había quien lo rechazara, al no agradarle que un profeta surgiese del clan de Bani Hashim (1) y no de su clan.

Pasaron los días y Bilal (Allah se complazca con él) vio finalmente la luz de Allah. Sintió un llamado en lo profundo de su ser y se dirigió hacia el Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) para islamizarse. La noticia se propagó entre los Bani Yumuh rápidamente. Los amos de Bilal se sentían avergonzados y furiosos porque uno de sus esclavos hubiese seguido a Muhammad. Umaia dijo: “No hay problema. El sol de hoy se ocultará llevándose el Islam de este esclavo rebelde”. Decidieron torturarlo hasta que renegase de su fe islámica.
Pero contrariamente a lo dicho por Umaia, los que se ocultaron fueron los ídolos de Qureish.
La firmeza de Bilal ante las crueles torturas recibidas fue una muestra de orgullo, no sólo para el Islam, su religión, sino para toda la humanidad.

Bilal, un esclavo negro, dio a la humanidad, por gracia del Islam, una lección sobre la fuerza de la identidad y la fe ante las más terribles presiones. Demostró que la raza o la condición social no son ningún obstáculo ante una fe firme y la confianza en Allah. También demostró a las generaciones venideras que la libertad no se vende.

Los amos de Bilal solían exponerlo diariamente bajo el calor del mediodía en el desierto, el cual se convertía en un infierno mortal en ese momento. Sacaban sus ropas y lo apoyaban sobre piedras calientes; luego, ponían sobre él una gran piedra ardiendo. La tortura era tan cruel que los propios verdugos cedieron en su posición.

Ofrecieron a Bilal que detendrían el castigo si el decía una sola palabra en favor de los ídolos.
Pero Bilal (Allah se complazca con él) se mantuvo firme, le bastaba decir una palabra para que la tortura cesara. Le pedían que alabe a Al-lat y Al'uzza; él en cambio, repetía sin cesar: “Allah es Único. Es Único.”.

Le decían: “Solo repite lo que decimos” Y el decía burlonamente: “Mi lengua no puede hacerlo”. Al atardecer lo llevaban atado por las calles de La Meca y lo acosaban para que vuelva a la adoración de los ídolos. Así pasaron los días... Bilal solo repetía decididamente: “Allah es Único. Es Único.” ante sus torturadores.
Era tanta su perseverancia y su firmeza que sus amos perdieron la esperanza de cualquier éxito contra su elección. En una ocasión se presentó Abu Bakr (Allah se complazca con él) en el lugar donde lo torturaban y dirigiéndose a sus torturadores, les dijo: “¿Castigáis acaso a un hombre sólo porque dice que su Señor es Allah?”
Luego gritó a Umaia: “Toma más de lo que vale y déjalo libre”
Umaia sintió el alivio de alguien que está ahogándose y es salvado. Se alegró mucho, tomó el dinero, entregó el esclavo a Abu Bakr (Allah se complazca con él) y le dijo: “Aunque hubieses ofrecido una sola pieza de plata, te lo venderíamos de todas maneras”. Abu Bakr (Allah se complazca con él) sintió en esas palabras la decepción y frustración que agobiaba a Umaia, pero no resistió la tentación de aclararle su generosidad con las siguientes palabras:

“¡Por Allah! ¡Aunque me pidieses cien piezas igualmente lo compraría!”
Abu Bakr (Allah se complazca con él) liberó después a Bilal (Allah se complazca con él). Una vez libre emigró a Medina por Allah y Su Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él).
Fue allí, donde el Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) eligió a Bilal para que llame a los musulmanes a la oración cinco veces al día en la mezquita. Esa misma voz que, trece años atrás, exclamaba “Allah es Único,” ahora entonaría el Adhán (2) y llenaría de fe los corazones de los Creyentes.

Pasaron los meses, hasta llegar el momento decisivo para el Islam; por primera vez se enfrentarían en combate cerca de Medina, los musulmanes y los incrédulos de La Meca. El Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) eligió las palabras de Bilal, “Allah es Único”, como grito de guerra. Ambos ejércitos se encontraban frente a frente y el destino tenía preparado algo especial para Bilal.
Umaia Ibn Jalaf acostumbraba quedarse detrás cuando los Mecanos salían a combatir; y esta vez planeaba hacer lo mismo. Pero 'Uqbah Ibn Abi Mu'it, su amigo, quien siempre lo apoyó en el momento de torturar a los creyentes, fue a su casa y lo acusó de cobarde y por esconderse como las mujeres. Umaia no tuvo más remedio que prepararse para marchar con el ejército de La Meca. No sabían, lo que el destino les tenía preparado.

Es sabido que el destino gusta burlarse de los que se ufanan y abusan de los débiles. 'Uqbah, el que animaba a Umaia para torturar a los Creyentes sería el mismo que llevaría a Umaia hacia su muerte ¡Y a la de él mismo!
¿Y, a manos de quién?
¡A manos de Bilal!
Cuando se enfrentaron los ejércitos, Umaia al oír de los musulmanes: “¡Allah es Único!”, sintió una extraña sensación en el pecho ¿Cómo podían las palabras de un esclavo negro convertirse tan rápidamente en lema de una religión y de una nueva nación? En ese momento, presintió que se enfrentaban a algo fuera de este mundo.

En lo más encarnizado de la batalla, Bilal (Allah se complazca con él) vio a Umaia Ibn Jalaf y exclamó “¡Es uno de los cabecillas de la incredulidad! ¡Si él se salva de esta yo no me salvaré!” y se lanzó sobre él, con los recuerdos y cicatrices que las torturas de Umaia habían causado sobre él y otros creyentes. Clamó en voz alta las mismas palabras de siempre: ¡Allah es Único!, y un grupo de musulmanes se abalanzó sobre Umaia y su hijo antes que estos, salieran del campo de batalla. ¡Él, que había causado tanto dolor y sufrimiento a los Creyentes con su odio y vanidad, no podía escapar sin saldar sus cuentas!

Cuando acabaron con ellos, Bilal (Allah se complazca con él) comenzó a gritar “¡Allah es Único!”
Pasaron los años, los musulmanes fueron fortaleciéndose más y más; hasta preparar un ejército de diez mil hombres para entrar en La Meca y tomar posesión de esta ciudad Sagrada para el Islam. Entraron a ella, vencida sin tomar represalias contra su gente, la misma que años antes los había acosado, torturado y expulsado de sus hogares, separándolos de sus familias.

El momento más emotivo fue cuando el Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) ingresó con Bilal (Allah se complazca con él) en la Ka’aba, el edificio sagrado que los idólatras habían llenado con sus deidades de piedra, barro y otros materiales. Comenzó el Mensajero (la paz y las bendiciones de Allah sean con él), a destruir estos ídolos uno por uno, luego ordenó a Bilal que subiese a lo alto y entonase el Adhán. Fue un momento de gloria para los silenciosos guerreros musulmanes ¡Por fin se escuchaba el llamado a la adoración exclusiva de Allah desde su casa sagrada! ¡Tantos años de lucha para estar aquí en la casa de Allah, oyendo el llamado de Bilal a la oración!

Los incrédulos, ocultos en sus casas, oían el Adhán y se preguntaban temerosos:
¿Es este Muhammad y sus miserables que antes habíamos expulsado de La Meca?
¿Será realmente él, con su ejército de diez mil creyentes?
¿Es realmente él a quien perseguimos, combatimos y a quien le asesinamos sus seres queridos?
¿Será el mismo que ahora, con nuestras vidas en sus manos, nos dice: “Podéis iros, sois libres”?
Nunca olvidarían las elocuentes palabras del Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él):

“¡Qureishíes! Ciertamente que Allah os quitó la soberbia y la veneración ciega de los antepasados ¡La humanidad viene de Adán. Y Adán fue creado de tierra!”
Bilal (Allah se complazca con él) vivió cerca del Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él), participaba en todas las batallas, llamaba a los creyentes a la oración en la mezquita, constantemente practicaba y defendía los ritos del Islam, la religión que lo llevó de la oscuridad a la luz, de la esclavitud a la libertad.

El Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) lo apreciaba inmensamente. Constantemente lo describía como: “Un hombre de la gente del Paraíso”. Y sin embargo Bilal (Allah se complazca con él) siempre conservó la simpleza y la humildad que lo caracterizaban. Cierto día concurrió junto a su hermano a pedir la mano de dos musulmanas para casarse. Dijo a los padres:

“Yo soy Bilal y este es mi hermano, dos esclavos de Etiopía. Estábamos perdidos y Allah nos guió, éramos esclavos y Allah nos liberó. Si permitís casarnos, alabado sea Allah. Si lo prohibís, ¡Allah es el más grande!”
Cuando el Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) murió, su sucesor, el Califa Abu Bakr (Allah se complazca con él), recibió a Bilal (Allah se complazca con él), quién le dijo: “¡Oh Califa del Mensajero de Allah!”

“Oí al Profeta decir: “La mejor obra de un creyente es combatir por la causa de Allah.”
Abu Bakr (Allah se complazca con él) dijo: “¿Y qué deseas entonces, Bilal?”.
Bilal dijo: “Deseo partir hacia la frontera y luchar por la causa de Allah hasta morir”.
Abu Bakr (Allah se complazca con él) respondió: “¿Y quién llamará a la oración entonces?”.
Contestó Bilal (Allah se complazca con él) con los ojos llenos de lágrimas: “No seré el muaddhin (3) de nadie, después de haberlo sido en vida del Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él)”.
Abu Bakr (Allah se complazca con él) dijo: “Al contrario, tú serás nuestro muaddhin”.
Bilal expresó: “Si es que me liberaste para que te sirva, pues que así sea, si es tu deseo. Y si es que me liberaste por Allah, pues déjame partir hacia aquello para lo cual me liberaste”.
Abu Bakr (Allah se complazca con él) respondió: “Te liberé por Allah, Oh Bilal”

No se sabe con exactitud quien cedió a los ruegos de quien.
Bilal (Allah se complazca con él) se presentó nuevamente ante Omar (Allah se complazca con él), sucesor de Abu Bakr y pidió nuevamente ser enviado al frente de guerra en Siria.
Bilal (Allah se complazca con él) dedicó el resto de su vida a defender la causa de Allah en las fronteras del Califato Islámico.
Nunca más se oyó su voz pronunciando el llamado a la oración; pues al decir: “Doy testimonio que Muhammad es el mensajero de Allah” se agolpaban los recuerdos en su mente, perdía la voz e irrumpía en sollozos.

El último llamado que se le escuchó fue durante la visita del Califa Omar (Allah se complazca con él) a Siria. En esa ocasión, el Califa pidió fervorosamente a Bilal (Allah se complazca con él) que realizara el llamado a la oración. Así lo hizo y todos los Sahaba lloraron al recordar los tiempos del Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él) y de Bilal (Allah se complazca con él) como muhaddin.
Bilal murió en Siria, sirviendo en la causa de Allah, en el año 20 después de la Hégira.
En Damasco yacen los restos de este hombre que fue un ejemplo de firmeza en la defensa de la fe y los principios que siempre defendió.

¡Que Allah, bendiga a Bilal!

(1) Bani Háshim; el clan del Profeta (la paz y las bendiciones de Allah sean con él). Uno de los clanes más nobles de la tribu de Qureish en La Meca

(2) Adhán; llamada a la oración

(3) Muaddin: Es la palabra árabe que designa a quien se encarga de llamar a los creyentes para la oración en la mezquita


Fuente: Historias de los Compañeros del Profeta
(sallalahu aleihi wasalam)



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